Chica de Artó

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Artó

jueves, 2 de octubre de 2014

Las cosas por su nombre



Hay palabras que no soporto, algunas me violentan y otras me perturban, como el “maraca” chileno, que es la versión criolla de puta, pero vulgarizado hasta el extremo. Y ahora vuelto a poner de “moda” por unos iluminados empresarios, hijos de empresarios y nietos de empresarios, que han hecho de lo “popular” un excelente negocio.

Ni “maraca” es divertido ni “te voy a meter no sé qué hasta no sé dónde…” es un halago, simplemente porque por definición un halago tiene que agradar y no puede ser obligatorio tener que verle la “gracia” al tan mal llamado piropo callejero porque de lo contrario eres una amargada o “tonta grave” como encima se permiten llamarnos a todas las personas que no compartimos ese “sentido del humor” tan de macho campestre.

La costumbre de piropear con groserías a las mujeres por la calle es una tradición en muchos lugares (en otros está tipificado como delito) que se cobija bajo el manto de otro atributo enaltecido a  cualidad y con denominación de origen: la “picardía”; un recurso que sirve para todo. Para insultar con chistes, inmiscuirse en asuntos privados, para robar, para mentir y también para mantener al machismo como emblema nacional.