Chica de Artó

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Artó

jueves, 18 de octubre de 2018

El divorcio. Capítulo #3


¿Quién eres?

Hay tanto descalabro por todas partes. Todos los recuerdos se han nublado, cambiado o borrado, y ya no estás segura de cuánto imaginaste y qué fue lo que viviste.
Hasta tener más o menos claro cómo llegué hasta aquí va a pasar aún, mucho, mucho tiempo y más cosas.
Separarse. Separar. Apartar partes que llevan tanto tiempo unidas que se hace imposible saber dónde hay que cortar.
Dónde empiezas tú, lo tuyo, y dónde lo del otro. Un otro que ahora aparece frente a ti tan de otra manera que te hace dudar de todo lo conocido. 
Ya ni siquiera habla como solía hacerlo. Ha hecho suyas palabras que nunca antes habías escuchado en él. 
Se mueve impulsado por una fuerza desconocida que lo hace hacer cosas extrañas como llevar calzoncillos color fucsia o pretender que eres algo así como una exnovia de la universidad a la que le podrá decir “hasta luego, muchas gracias, fue muy bueno mientras duró”.
Él no entiende nada, tú no entiendes lo que pasa y dos personas en ese estado tienen que llegar a acuerdos fundamentales que deberán durar y perdurar más allá de todo odio razonable.
El panorama no es nada alentador y se complica por minutos.
Un hombre cada vez más alejado del centro y una mujer sumida en la perplejidad; paralizada.
Me quedé tan descolocada que había ratos en los que se me olvidada pestañear y el blanco del techo era el todo.
Intentas traer al presente momentos vividos que pudieran ayudar a ver señales de estar donde creías que estabas. Algo que te permita reconocerte y saber dónde pisas.  
Te pones a mirar fotos embarazada, de vacaciones, cumpleaños, navidades y no, no hay manera. No logras conectar aquello y lo de ahora.  Hasta la línea temporal se ha enredado hasta lo inimaginable.
Brota un llanto desconsolado que también es completamente desconocido. Lágrimas pesadas, que marcan sin consideración tu cara. Lágrimas amargas y llenas de rabia, desencanto, tristeza e impotencia.
Hablar para entenderse dejó de ser posible. Parece que ocurrió hace años, pero sólo ahora cobra dimensión de catástrofe.
Buscas en la desesperación una voz, un gesto, el grito que logre llegar al otro; conmoverlo de algún modo. Y no. No ocurre. Ya no tienes el menor efecto en él.
¿Qué es esto? y ¿quién es ese hombre?

jueves, 20 de septiembre de 2018

Camino al divorcio. Capítulo #2



“No se van sin que los eches y vuelven sin que los llames”.
El matrimonio se rompe en pequeños fragmentos afilados, cada vez más pequeños y más afilados a causa de una cantidad infinitesimal de discusiones.
Peleas, sobre todo, por la superioridad moral.
Llegados a este punto, se trata de salir lo más libre de “responsabilidad” posible.
Nace un empeño feroz por demostrar que somos mejor que el otro. Mediante ataques de un verde venenoso vamos a minar de culpa al culpable. Señalarlo, asustarlo y castigarlo sin piedad. 
Y toda esta etapa tiene una característica muy curiosa: está asombrosamente bien repartida. Es bastante igualitaria; tal vez no en forma, pero sí en fondo.
Hacemos lo posible por colgarle el muerto al otro. Alguien tiene que ser el que ha roto la “familia” y de ser posible, no seré yo. Esa es la idea de base. Y esto es así de aquí hacia allí y de allí hacia aquí.
Bueno, hasta este momento, todos de acuerdo en que había que putearse. Protegiendo a los niños y tratando de no llamar a la Guardia Urbana, pero abocados a hacer sentir miserable al otro. 
Alguien dirá que a esto no se le puede llamar acuerdo, pero visto lo que viene después esto era una señor acuerdo.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Camino al divorcio. Capítulo #1



"Si algo puede salir mal, sale mal".

Escribo esto no para las enamoradas, sino para las mujeres que están buscando la salida. Sabiéndolo o no.

Por hacer uso de la siempre didáctica comparación, voy a decir que un final se supone más sencillo (o por lo menos más rápido) que un comienzo. No lo es.
Cuando uno emprende una relación en pareja pensando que será para siempre, o más o menos, hay un largo periodo de adaptación, de acomode, de entrega; un trabajo diario para construir y sortear las dificultades que aparecen por el camino. Son años de invertir vida para avanzar juntos y bla, bla, bla que a mí ya se me olvidó.
Pero hay algo de ese comienzo que, a la hora de la ruptura, vuelve como la mejor de las olas del mar para darte en plena cara, revolcarte por la arena y dejarte espatarrada en la orilla a vista y paciencia de todo el mundo.
El defecto de origen.
Ese defecto que vimos desde el principio. Ese que estuvo siempre presente, que era evidente, vamos, pero al que no quisimos hacer caso porque al lado de tanta maravilla e ilusión decidimos omitir.

lunes, 26 de febrero de 2018

Cambios y parecidos



Hubo un tiempo en que los hombres se comportaban como hombres. 
Se ajustaban a su rol de protector, proveedor, valiente y seductor. Tenían la voz más grave que las mujeres y NO se ponían calcetines con margaritas.

Llegaban a casa y hablaban cosas de hombres… de fútbol, de los arreglos que había que hacer en el baño, de dinero, el clima, e incluso, hacían callar a los niños.

Hoy… hoy llevan camisas que parecen blusas, añoran tener una freidora ecológica, les tienen miedo a los niños y toman el café descafeinado y con stevia. 

Se han vuelto poco viriles.