Chica de Artó

Chica de Artó
Artó

martes, 25 de febrero de 2014

Cosa de hombres


 Acabo de leer un artículo muy exhaustivo, que habla de lo que significa para los hombres la pérdida del pelo, pues me ha dado una risa, jajaja. No podía parar de reír mientras avanzaba en la lectura y ahondaba en las terribles consecuencias psicológicas que tiene para los hombres quedarse calvo.

A ver si después de todo la vida moderna trae consigo cierta justicia divina, pensé.
No he leído nada acerca de barrigas prominentes, pero esto del pelo planteado como una tragedia masculina me ha hecho sentir que por lo menos en algo la naturaleza nos va dando un poco de equilibrio frente a los varones.
Ahora entiendo por qué “La gran estaba americana” empieza con el pobre Batman (Christian Bale) pegándose como puede matojos de lana mezclados con pelos de las sienes, es la metáfora perfecta del hombre que intenta cubrir el vacío existencial, jajaja. Tal vez no debería reírme, pero tantos años de chistes donde se compara el culo de las mujeres de más de 30 con lavadoras, me liberan de culpa.

martes, 18 de febrero de 2014

Dar para recibir



Cuando termina una película me empeño a fondo en leer todos los nombres que aparecen en los créditos,  llevo años y  aún hoy me resulta imposible. Para qué pondrán tanto nombre si no los lee casi nadie, a quién le puede interesar quién hizo qué. Más allá de los diez primeros actores son sólo letras amontonadas que pasan sin sentido hasta la C de copyright.
¿Te digo para qué los ponen? Para que cada uno se lea a sí mismo. Para que el que sale, se busque, se encuentre y halle la paz al verse ahí, reconocido.
Hasta hace muy poco no fui consciente de que existía esta ansiedad, este deseo generalizado por el aplauso, por el agradecimiento público, por el trofeo, por la mención honrosa… en cualquier categoría, da igual.
Las madres, ya lo sabemos, esperan por lo menos el tatuaje en el brazo y de ahí para arriba todo es poco para premiar su encomiable labor, pero no son las únicas afectadas por el afán. Todos tenemos el bicho dentro.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Mordiscos de amor


Burning Love
Cuando una historia de amor termina puede ser una lenta disolución, pero casi siempre se trata de un estallido mortal que arrasa con todo tipo de buenas intenciones para dejar, en el mejor de los casos, un rescoldo que permanece ardiendo un rato gracias a la furia, el rencor o el despecho.
Se dice que no hay finales buenos. Y no los hay cuando lo que hubo fue un viaje hacia al centro de la pasión donde te dejaste caer llevada por los ensordecedores latidos del deseo que fecundó en amor y acabó en espanto.
Lo que viene después, cuando uno de los dos interrumpe el abrazo que parecía eterno, es llanto a grito pelado o, si somos más de interior, gemidos ahogados ante el cruel desaire que nos hace ver de golpe lo peor del amante ideal.
Alguien, siempre uno y no los dos, queda tirado a la intemperie del desprecio.
Un empujón sentimental inesperado nos puede dejar contra las cuerdas, aturdidas de celos o desdicha durante más de "diecinueve días y quinientas noches",  sin poder vislumbrar siquiera dónde ha ido a parar nuestra elegante entereza.

sábado, 8 de febrero de 2014

Espejismos


abc.es

No somos todos iguales; desde antes de nacer ya se marcan las diferencias, hay gestaciones nutridas y calmas que luego tienen un parto atendido y controlado donde se recibe a un bebé sano que desde el primer aliento respirará aire puro… y para otros será todo lo contrario; y a partir de ahí la vida se encargará de hacer diferencias un día sí y otro también.
Ni al comienzo de la vida, ni en el medio, ni al final el trato es igual para todos, después ya no sé, se ve que la esperanza está puesta en que en el cielo todos seamos iguales, pero aquí, ahora, no es así.
En España se discute que si a la hija del rey es o no igual ante la “justicia”. Ni la hija del rey ni muchos otros recibirán nada parecido a justicia nunca. Donde para unos hay cárcel para otros hay alfombras. No somos iguales ni ante la ley, ni en atención sanitaria, ni en educación ni en oportunidades ¡ni en nada!
Y otros te aclaran que en lo esencial sí somos iguales. En eso que va por dentro y que nos convierte a todos en seres humanos ¡Tampoco! Hay gente buena y gente mala, hay los listos y los tontos, honrados y mentirosos y eso se extiende hasta los rasgos más superficiales que nos diferencian también por fuera; los guapos y los feos, los que combinan bien la ropa de los que no dan una, los con sonrisas brillantes y los desdentados.