Hubo un tiempo en que los hombres se comportaban como hombres.
Se ajustaban a su rol de protector, proveedor, valiente y seductor. Tenían
la voz más grave que las mujeres y NO se ponían calcetines con margaritas.
Llegaban a casa y hablaban cosas de hombres… de fútbol, de los arreglos que
había que hacer en el baño, de dinero, el clima, e incluso, hacían callar a los
niños.
Hoy… hoy llevan camisas que parecen blusas, añoran tener una freidora
ecológica, les tienen miedo a los niños y toman el café descafeinado y con
stevia.
Se han vuelto poco viriles.