Se acaban de cumplir 10 años de la muerte de Marlon Brando, divino, guapo, ícono de una generación, actor de indiscutible talento. Un hombre adorado por millones de personas por su rudeza, su carácter firme y su mirada de pantera.
Su vida personal fue algo menos “adorable” y el famoso actor que encarnó como nadie al hombre recio y rebelde, llegó a tener más de una docena de hijos con distintas mujeres de los cuales uno acabó suicidándose, otro en la cárcel y varios un poco intoxicados.
El trabajo más comentado de Brando es sin duda la encarnación de Stanley Kowalski en “Un tranvía llamado deseo”, su película clave, mil veces citada, imitada y venerada. Yo la primera vez que la vi me quedé con los ojos como platos. La historia es criminal con las mujeres (con todas), con un grado de violencia que me tuvo con el estómago recogido mucho más que “Alien” . Un griterío bestial durante toda la cinta porque Marlon en el rol de macho cabrío y vulgar está fantástico. No para de vociferar y repartir amenazas y bofetadas enfundado en una camiseta blanca que luego se convertiría en el uniforme de los “rebeldes sin causas”. Me gusta. Es una muy buena película, recomendable sobre todo porque resulta inolvidable.