Chica de Artó

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Artó

jueves, 25 de septiembre de 2014

Un tipo duro




Se acaban de cumplir 10 años de la muerte de Marlon Brando, divino, guapo, ícono de una generación, actor de indiscutible talento. Un hombre adorado por millones de personas por su rudeza, su carácter firme y su mirada de pantera.
Su vida personal fue algo menos “adorable” y el famoso actor que encarnó como nadie al hombre recio y rebelde,  llegó a tener más de una docena de hijos con distintas mujeres de los cuales uno acabó suicidándose, otro en la cárcel y varios un poco intoxicados.
El trabajo más comentado de  Brando es sin duda la encarnación de Stanley Kowalski en  “Un tranvía llamado deseo”, su película clave, mil veces citada, imitada y venerada. Yo la primera vez que la vi me quedé con los ojos como platos. La historia es criminal con las mujeres (con todas), con un grado de violencia que me tuvo con el estómago recogido mucho más que “Alien” . Un griterío bestial durante toda la cinta porque Marlon en el rol de macho cabrío y vulgar está fantástico.  No para de vociferar y repartir amenazas y bofetadas enfundado en una camiseta blanca que luego se convertiría en el uniforme de los “rebeldes sin causas”.  Me gusta. Es una muy buena película, recomendable sobre todo porque resulta inolvidable.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Después de una traición



Una traición puede tener muchas formas y una venganza también. Dicen que el libro que acaba de publicar la  ex pareja del presidente francés es una represalia. Puede ser. Desvela cosas íntimas y dice cosas “terribles” del mandatario socialista (que al parecer de socialista tiene bien poco) que la engañó con una joven y popular actriz, de lo cual la vengativa Valerie Trierweiler se enteró por la portada de una revista.

Y un poco más allá está Berlusconi pagando 3 millones de euros al mes a su ex mujer que, de  momento, no ha tenido la necesidad de escribir ningún libro ni de dar entrevistas.

También me acuerdo de Mia Farrow, que a pesar de ser una reconocida activista en favor de la paz, hizo todo lo posible para destripar a Woody Allen en Times Square por haberse “enamorado” de su hija.

Sinceramente, creo que es muy difícil quedarse calladita ante una traición. Y no me refiero a las infidelidades solamente, las hay de muchos colores y formas. Digerir una traición es, me atrevo a decir, imposible. 

Vernos atravesadas por una daga envenenada de alguien a quién tenías por “uno de los nuestros” es imposible de encajar bien. El rencor es una mala hierba que crece a pesar de todo; tarde o temprano aflora  y no como una rosa.

viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Y ahora quién podrá ayudarme?



Cuando nos hacemos grandes las relaciones con las personas más cercanas se transforman drásticamente, entre otras cosas, los cariños se comienzan a ejercer de manera más “igualitaria”; se terminan los superhéroes, las hadas madrinas y todos esos personajes que venían en tu rescate.

Nuestros padres se desplazan de la primera línea de fuego y cuelgan el cartel de "no molestar"  y todos los que de alguna manera nos cuidaban se vuelven medio transparentes.

Y nosotras entramos en el universo del adulto dando sendos pasos hacia la  tan ansiada autonomía para ganarnos un lugar propio en el mundo.

Bueno, ganar ganar… sí, en muchos sentidos sí.  Se gana libertad, poder de decisión, independencia, pero también se pierde un poco. Como en casi todo.

Decían el otro día que una de las claves para ser feliz es el sentimiento de compasión, entendido como eso que nos conmueve y nos impulsa a ayudar a otra persona. Donde va metido lo de dar para recibir, la socorrida empatía con eso de no hacerle a otro lo que a uno le gustaría que le hicieran, etcétera. Cosan tan repetidas y manoseadas que han acabado por sonar ridículamente bíblicas, y nada más.