Chica de Artó

Chica de Artó
Artó

jueves, 24 de diciembre de 2015

Ding don´t bell


Reconozco que nunca me he tomado con  la mejor actitud las fiestas de fin de año. Exceptuando algún año loco en que estaba poseída por la euforia de una libertad desconocida y que ya no volvió, siempre me exaspero con el ajetreo navideño.


De niña no sentí nunca especial interés por los regalos. Mi mamá, pobre, hacía su mejor esfuerzo para sorprenderme, pero nunca consiguió transformarme el semblante en algo parecido a gesto de entusiasmo o ilusión. Siempre sabía lo que había dentro del papel de regalo y nunca era lo que me hubiese gustado. Ni con 5 años ni con 15.

Siempre fui difícil, siempre lo he sido. 


Ya de mayor, renuncié a formar parte de las mareas humanas que invaden las tiendas brillantemente decoradas y, en cuanto pude, empecé a regalar a mis seres queridos y cercanos algún billete en un sobre. Nunca falla y te ahorra el esfuerzo adivinatorio.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

¿Quién es quién?



Hay muchos mitos tejidos alrededor de las suegras. Esa figura emblemática, siempre compleja y llena de matices que la convierten en ángel o demonio según la ocasión.


Con todas mis amigas, en algún momento, hemos hablado de lo que significan, el lugar que pueden llegar a tener en nuestra vida, las consecuencias de tenerla cerca, lejos o a media distancia. No parece haber espacio ideal, no parece que, en su mayoría, puedan ser una figura querida sin más. 

Hasta en el mejor de los casos, siempre hay algún reparo, siempre llega ese momento donde se convierten en un grano que pica (o piedrecita en el zapato).


Aunque no llegue a haber nunca un choque de trenes, siempre hay un tira y afloja, una tensión omnipresente. Habrá alguien a quien le haya tocado la lotería y la quiera más que a su propia madre… bueno, pues que no siga leyendo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

No es edad para inocencias


Dos veces en poco tiempo me he visto frente a hombres distintos hablando sobre cosas que, al parecer, no sabían.
Pero la que se ha quedado de piedra soy yo.
Sorprendida ante sus ojos abiertos, sus silencios nerviosos y sus risas forzadas y hasta un pequeño enfado para enfatizar la negación: “eso dirás tú, pero no es mi caso”. Nunca es su caso.
¿No es tu caso? No se trata de ti. No es nada particular. Así son las cosas, no más.
Hace poco dije que la mujeres nos callamos y, entre nosotras, no nos contamos la verdad sobre demasiadas cosas. Pues entre los hombres parece que pasa un poco lo mismo.
Y debe ser por eso que no saben que en el matrimonio la felicidad es una variable y no una constante y que la sagrada unión, con el tiempo, se vuelve cada vez menos sagrada. Se pierde interés y las puertas del deseo se abren cada vez menos en tu casa y más en portales menos familiares.
Se me hace raro que un hombre grande, vale decir, de más de 30 no entienda bien de qué va el asunto de estar en pareja y se sienta traicionado por la vida cuando descubre que todo es mucho menos “ideal” de lo que él pensaba.

viernes, 23 de octubre de 2015

El sexo como valor



Casi nunca hablo públicamente de sexo porque en realidad está bastante tratado el asunto. Y, la verdad, llega una edad en que ya se da por entendido todo aquello que fascina comentar a los 20.


Pero últimamente he tenido un par de conversaciones bastante intensas sobre relaciones “amorosas” donde ha sido imposible no tocar el rol que juega el sexo en ellas.


Por desalentador que suene, para mí, el sexo como acto, entiéndase follar, es decir el coito y sus derivados, no ha tenido nunca demasiada importancia. No es que no me guste o no lo haya hecho con ilusión. Para nada.

Pero yo me refiero al sexo como valor.


Cuando fui virgen, nunca le atribuí la menor cualidad y, por tanto, tampoco significó nada el dejar de serlo (sigo creyendo exactamente lo mismo). Y por lo mismo tampoco creo que sea el Gran pecado.


Lo que fueron, y significan hoy mis ex, se aleja diametralmente del sexo “cometido”.


Pocas, muy pocas veces podría decir que fue un “fogonazo” hormonal lo que me llevó al sexo. La mayor parte de las veces me he movido debido a la emoción, la curiosidad, el poder, el encanto o la ternura.


Y desde entonces me he metido en la cama por razones muy distintas cada vez, y lo que conservo de cada experiencia no tiene nada que ver con el sexo en sí.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

La reentré


Aquí se está hablando de “síndrome postvacacional”, de cómo superarlo y de cómo volver a la “rutina”. Se están dando recetas variadas para volver a la vida cotidiana sin morir de angustia.
Pues yo no sé nada de eso y estoy feliz de que se acabe el verano.
Feliz de que haga frío, feliz de que corra viento fresco, de que los días estén nublados, de que los niños abandonen los parques y piscinas para volver al colegio. ¡Oh sí!
Estoy encantada con la posibilidad de cerrar, por fin, las ventanas y no tener que ver ni oír a mis vecinos.
De que las calles se vacíen de gente eufórica en bañador y bronceada o directamente quemada.

domingo, 16 de agosto de 2015

Pacto de silencio



La relación entre mujeres es rara.
Nos unen tantas cosas, tantas causas, tantas razones. Hay argumentos históricos y cotidianos para hacer piña, para aliarse sin fracturas. Sin embargo las mujeres nos relacionamos entre nosotras de una manera extraña.

Además de la feroz competencia reinante en lo profesional, se suma la carrera por el amor y el cuerpo perfecto que hace que todos los vínculos entre chicas se tiñan de un color un tanto opaco.

Pienso en la relación más pura y entrañable entre mujeres, de la que surge todo lo demás: las madres y sus hijas.
Peculiar, compleja hasta decir basta, tupida, accidentada. Difícil. Siempre.
Imagínate entre amigas o compañeras, cuñadas, primas, hermanas…

Es cierto que muchas veces la relación con una amiga puede ser mucho más resistente y cariñosa que con alguien a quien te une la sangre, pero así y todo siempre hay una zona oscura habitada por silencios infranqueables.

Hay cosas que una mujer no le dice a otra mujer.

domingo, 2 de agosto de 2015

Para vos, reina



Este post lo hice para mi mamá, hace hoy justo dos años.  Ahora mi mamá, no está. Ha muerto. Y este texto cobra especial valor porque lo leyó viva, contenta y emocionada.  Y hoy me siento muy afortunada de que así haya sido. 


Hace un tiempo empecé a darle cuerpo a una idea de esas difíciles de explicar. Se trata, dicho muy a la rápida, de escribir cosas para leer después de que la gente que ha sido importante para mí haya muerto, discursos para funerales, vamos. 

Quise escribirlos ahora porque si bien hay una cronología lógica de acontecimientos vitales, la vida, muchas veces, no es nada lógica ni ordenada. 
Ya tengo algunos terminados y al leerlos pensé: me gustaría leérselos a los protagonistas, lo cual será imposible si sigo la instrucción, así que decidí emprender otra serie y escribir pequeños homenajes que, ojo, no serán necesariamente alabanzas, sino sólo algo que quiero decirle a otras personas, pero siendo amable que, según mi padre, es clave para resultar efectiva (ja).
Voy a comenzar por lo primero, por el origen, por mi madre.
Por favor, no llores.
Ser madre es lo más inesperado que le puede suceder a una mujer sensible como la mía mama.

sábado, 25 de julio de 2015

Seres que desaparecen: ghosting


Se habla de una “nueva” manera de terminar una relación, toda una estrategia llena de supuestas ventajas, moderna como la que más, cómoda, sencilla y rápida: el ghosting (o fantasmeo). 

Consiste en desaparecer de pronto, no contestar nunca más el teléfono ni los mensajes, bloquear al otro de todas las redes o aplicaciones y eliminarlo como contacto y, claro, también como persona.
Lo odio.

Me parece que no es ni nueva, ni tiene ventajas y desde luego no es nada digna.
Más allá de que es una falta de respeto, de consideración y que es hasta de mala educación, desaparecer de la vida de alguien sin dejar rastro, sin decir nada, esfumarse sin más, dice cosas muy feas de ti. No es propio de un  ser humano que habita el mundo. 

Las relaciones entre las personas son la base de la Humanidad, aunque sean malas o te incomoden. 

martes, 7 de julio de 2015

La gracia de Grecia


Intuyo que el referéndum que se acaba de llevar a cabo en Grecia ni se entiende ni importa en el resto del mundo, pero tiene un punto que a mí me provoca tanta emoción porque es como si, de alguna manera, la felicidad fuera un derecho, algo que se puede exigir.

Es como si de forma colectiva, todo un país, dijera basta de hacer lo que toca, basta de hacer lo que nos mandan a hacer los que tienen una vida modélica. Nosotros no queremos tu vida modélica, queremos la nuestra, aunque eso implique desaprobación, desprecio y condena. 

Los griegos han dicho que no quieren que los europeos más acomodados les impongan una serie de reglas que supuestamente les llevarán al bienestar. Y eso es muy estimulante.

domingo, 21 de junio de 2015

Cuento corto # 1


Tanto aprender sobre libertad para encontrarme contigo en el choque de dos vasos medio vacíos.
Nos juntó el mal de ojo y nos separó la modernidad, tu sueño y mi quererte tanto.
Nos entendimos tan bien esos primeros diez minutos que no se podía pensar en nada que no fuera la pasión turca.
Viniste en medio de la catástrofe y desapareciste mezclado con rabia y corazones de neón con un trozo menos. Rotos por un piedrazo.
Me perdí en tu silencios... fue culpa de esos cuatro dibujos mal intencionados y la canción que dejamos sin terminar.  De las frases a destiempo.
No entendí nunca nada.
No creí nunca nada y sé que no me creíste nada de nada.
Tan cordiales con nuestra ira, tan bien educados, tan cínicos queriendo ser puros para ver si flotamos.
Al final la vieja mala tenía razón y yo estaba cometiendo un delito. Que no era robo, era falta de olvido.

jueves, 11 de junio de 2015

Un nuevo tipo de "hombre"


Por esas cosas de la vida y que no viene a cuento explicar, últimamente me ha tocado salir bastante por la noche. Volver a salir en plan social, digamos.
Debo confesar que había pasado un tiempo desde mi abandono de las pistas nocturnas.

Para mi sorpresa hay algunas cosas que han cambiado un poco, sobre todo lo que tiene que ver con los móviles, las aplicaciones para ligar y etc. Pero lo que no ha cambiado nada es el interés de toda la vida, ese que se persigue desde el origen de los tiempos: la conquista. 

Todos y todas nos parapetamos con lo que haga falta para ver si ganamos algo en el juego de la seducción nocturna. Miradas llenas de rímel y chicos con las frases ingeniosas bien aprendidas se lanzan a la nuit con el afán de recoger, por lo menos, unos cuantos piropos y alguna proposición.

Es muy divertido observar a un sin fin de estereotipos intentando encontrar su par. El musculoso busca a la flaca tetona, el de cara difícil a la chica divertida, el gordito que se apunta a lo que venga, el pijo que busca pija, la mujer madura que se cuida y no renuncia a dar con uno al que aún le quede pelo… Ahí están todos, estamos todos. Los de siempre, los mismos. 

Pero quiero hablarles de un tipo de hombre con el que yo, hasta ahora, no me había encontrado a pesar de contar ya con denominación de origen y que me ha dejado perpleja. Los teen-adults.

viernes, 29 de mayo de 2015

Lo que llevamos dentro


"El que nace chicharra, muere cantando", decían en mi pueblo. Aquí, en España se usa “La cabra siempre tira pal monte”. Los dichos o refranes vienen de la sabiduría popular, pero sobre todo son prueba de que el ser humano tiene formas de comportarse que, muchas veces, se pueden resumir en una sola frase.

A una persona normal y corriente le suelen ocurrir varios acontecimientos importantes a lo largo de la vida. El amor marca mucho, también los nacimientos y las muertes. Hay cientos de hechos tristes y enormes alegrías que moldean el carácter y las emociones. Decepciones y golpes brutales nos hacen pensar que ya nunca volveremos a ser las mismas. No obstante, hay gente que pese a todo sigue inalterable en su esencia.

No sé si esto es bueno o malo, pero hasta donde yo he podido ver da un poco de miedo.

lunes, 11 de mayo de 2015

Cómo ser buenas


La primera vez que sospeché que con la edad todo el mundo tiende a ponerse bueno (a perseguir el bien), fue cuando vi un documental que mostraba a Mick Jagger dedicado en cuerpo y alma a la vida sana y a una serie de “causas benéficas”. Me resultó como mínimo exótico que ahora su satánica majestad se levantase al alba para hacer yoga cuando buena parte de su fama venía dada por destrozar hoteles y fumarse hasta el ramito de la primera comunión de su madre.

El mismo fenómeno se puede ver en otras estrellas del espectáculo reconvertidas en emblema de buenas costumbres. Ahí está Madonna, por ejemplo, vuelta loca haciendo ejercicio, macrobiótica y escribiendo cuentos para niños.

Y yo, la verdad sea dicha, siempre desconfiada por naturaleza, pensaba que lo hacían en parte por lavar culpas e imagen y por franco temor a la indeseada vejez que les va haciendo percibir, cada vez más cerca, el tufo de la señora muerte a la que ya no les apetece nada ir tentando como cuando eran unos jóvenes irreductibles.

jueves, 30 de abril de 2015

Las aburridas mañanas de una ama de casa



Hace poco un chaval mató a un profesor e hirió o otras dos personas en un colegio con una ballesta. El chico tenía esquizofrenia. A partir de ahí ya no habría nada más que comentar porque se trata de un niño de 13 años con una enfermedad incurable.

He mirado con estupor cómo en los noticiarios se empeñaban en buscar el origen del mal y se hacían no pocos esfuerzos por demonizar al niño, a su familia y en crear una “causa” que pudiese rellenar horas y horas de programación basura donde se buscaba especialmente la imagen de la madre del “monstruo”. 

Lo peor de lo peor se podía ver en televisión a primera hora de la mañana.

Los matinales deberían estar prohibidos. A esos políticos que tanto les gusta permitir y negar derechos deberían plantearse seriamente retirar de todas las programaciones televisivas del mundo esos abominables programas que hacen creer a las amas de casa que el cáncer se cura con bicarbonato y jugo de limón o que es su signo del zodiaco lo que rige toda su existencia. 

viernes, 17 de abril de 2015

Todo pasa por algo


Mi madre decía que las coincidencias no existen. No daba más explicaciones y uno tenía que interpretarlo como podía. Pero lo decía con tanta firmeza que no dejaba lugar a dudas.

Desde que no está no paro de sentir que tenía razón y que todo pasa por “algo”.

Las personas que se cruzan en nuestro camino, por mucho que nos pese, siempre dejan una huella, y nuestro interactuar con ellas desencadena cosas que para bien o para mal despiertan sentimientos, nos enfrentan con una debilidad o nos descoloca y nos pone a prueba.

Cuando algo sale mal la angustia  puede hacernos perder la templanza más férrea, el foco vital o incluso el amor propio, pero si conseguimos respirar hasta alcanzar la calma, habrá servido  para ejercitar el autocontrol y sacarle brillo a nuestra nobleza.

Porque Dios no nos pone pruebas que no podamos superar, decía mi madre. Y yo le creo. 

lunes, 6 de abril de 2015

Señales de la naturaleza

Estaba hablando con un amigo sobre la naturaleza, los animales, el paisaje humano y cómo, de maneras distintas, muchas veces lo que nos rodea nos indica cuando estamos haciendo algo mal… A muchas conclusiones no llegamos, la verdad, porque entre que no estuvimos de acuerdo en la mayoría de los puntos y que hacía frío, lo dejamos.

Me vine pensando que yo suelo quejarme de lo duro que es ser adulto y extrañar la infancia casi exclusivamente porque es un periodo en que otro toma las decisiones, te dice siempre qué hacer y resuelve –aunque sea mal– los nudos vitales que nos rodean para que no tengamos que estar en estado de alerta permanente. Sí, en serio, se llega a sentir nostalgia de eso.

Y llego a casa y mi hermana enojadísima me dice: “Ya soy grande y puedo hacer lo que quiera”. No me reí más porque no tenía más tiempo, porque lo cierto es que es justo al revés. 

viernes, 27 de marzo de 2015

La trampa de la virginidad


Buñuel diijo: "El sexo sin pecado es como un huevo sin sal", pero tampoco se trata de pecado, sino más bien de sal.

"Virginidad", el sólo término a mí ya me pone los pelos de punta. Me indigna la idea de confrontar el pecado con el deseo. Y más si es al comienzo de la vida sexual, cuando todo son inseguridades y miedos.

Hay una serie de televisión que está arrasando en USA, “Jane the virgin”  que además de ser toda una oda a los estereotipos culturales, hace apología de la virginidad en un tono de parodia que no por divertido deja de ser muy cuestionable.

Ya he dicho que básicamente pienso que cada uno puede hacer lo que le dé la real gana con su cuerpo, pero esto de la virginidad femenina me parece francamente medieval, pesado, estúpido y cínico a más no poder. Una herramienta perversa más para controlar a las mujeres.

Se nos manipula desde niñas para asociar la sexualidad al amor entendido como “pureza”, entrega en exclusiva, fidelidad y flores blancas que debemos cuidar y no entregar hasta haber pasado por el filtro de la aprobación  divina o paterna. Castidad es belleza y nos aporta un supuesto atributo único.


martes, 17 de marzo de 2015

El matrimonio



Tengo una amiga que añora estar casada. Es una mujer que no ha vivido con una pareja ni un solo día y yo me pregunto: ¿Cómo es posible desear (y desearlo tanto además) algo que no tienes ni la más remota idea de lo que es?.

Se habla mucho de amor, de la pareja ideal, del amor en febrero, en otoño y en Nueva York. Al final de los cuentos o se casan o el cuento es una porquería negra que no le gusta a nadie.

Es verdad que las cosas han cambiado mucho (en algunos lugares del mundo, en otros nada), pero se habla más bien poco del matrimonio más allá de la fiesta y el baile.

Da la impresión de que por un lado hay toda una legión de mujeres deseando vivir el “día más importante de su vida” vestida de blanco o azul o del color que sea, pero queriendo dar el gran paso. Y por otro, pareciera que hay un montón de resentidas, lesbianas, peludas o peladas,  que odian a las hombres.

En el medio, las casadas de verdad, que luchamos día a día por mantener a flote una embarcación estratégicamente diseñada para hundirse en tiempo record.

viernes, 6 de febrero de 2015

Batallas caducadas

 Lo que para uno es un nueve para el otro es un seis.


Hablaba ayer con unas mujeres a las que quiero mucho, y a las que además, me une la sangre. Una de ellas no podía entender el comportamiento descariñado de alguien muy importante en su vida . “¿Cómo es posible que sea así conmigo?”, decía, refiriéndose a que una de sus hijas no es todo lo afectuosa y atenta que ella espera.

Yo, con toda la sutileza que soy capaz de tener (que a veces no es mucha) le intenté plantear que, tal vez, había algo… cierto rencor antiguo que aún está ahí clavado y que le impedía a su hija ser más amorosa. “Tal vez faltaste cuando ella te necesitó”, le dije. Y hasta me permití citar hechos concretos por los que, tal vez, su hija podría ser un poco fría. Pero ella mencionó otros y acabó segura de que la indiferencia de su hija nace de un corazón frío y celoso que se alimenta de cierto gusto por el conflicto.

¿Y te digo algo? Acabé  encontrándole bastante razón.

jueves, 29 de enero de 2015

La muerte de mamá

Hace poco, muy poco, que ha muerto mi madre. 
Para mí ha significado una batalla descarnada que he perdido yo más que ella. Inesperada, terrible, impactante y dolorosa, su desaparición de mi vida me tiene desconcertada, helada ante una tristeza nueva, sin antecedentes. 


"San José, hospital y santo"


Con la muerte en la nariz, en la piel, en los zapatos, pegada a la ropa, a esos pantalones tejanos infectados de lágrimas secas…
En el taxi del hombre bueno que me llevó sin dejarme pagarle unas diez de las cuarenta y tres veces que fui al hospital.
La señora de las flores que no para de ofrecerme sus claveles frescos  mientras intento acatar la orden divina.
Acabaré comprándole muchos más de los que ella pensaba venderme ese día domingo en que caía una lluvia cobarde que no es gota ni bruma, sólo un manto de humedad que confirma el miedo y delata a la angustia.
Con esa chaqueta negra de mi hermana pequeña con la que parezco una colegiala perdida que no estudió y viene con la nota roja arrugada en el bolsillo.
Sin paraguas, sin maquillaje, sin haber comido nada en cuatro días; caminando sin mirar a nadie, atenta sólo al crujir de la pisada cansada, pero sin peso, intento seguir recto por una línea imaginaria en el pavimento lleno de hoyos y charcos en los que flota sólo mugre.
Camino sin miedo entre los mendigos, borrachos, perros heridos y drogadictos que viven de madrugada entre cajas y latas en los recovecos de un hospital que colinda con el cementerio, y para colmo, frente al oncológico infantil, a un costado de la morgue y demasiado cerca del manicomio. Y no me lo invento, es así, como si fuera lo más lógico y no lo más brutal.
Farmacias y funerarias compiten con ofertas especiales para la gente como yo que pide sin amabilidad y con la voz agrietada por la desesperanza, ungüentos, jarabes y pastillas que distraigan a la fatalidad.
Mi madre muere poco a poco, lentamente, sin mirarme ni un sola vez en ese lugar con nombre de santo milagroso.  
Me gustan los árboles viejos y resistentes que crecen silentes y fuertes entremedio de la desgracia, el accidente, la agonía y los nacimientos.
Me gustaría ser un árbol de esos que han sabido estar ahí por tantos años y a pesar de todo, ¡qué tranquilos se ven!. Saben algo que yo ignoro.