Intuyo que el referéndum que se acaba de llevar a cabo en
Grecia ni se entiende ni importa en el resto del mundo, pero tiene un punto que
a mí me provoca tanta emoción porque es como si, de alguna manera, la felicidad
fuera un derecho, algo que se puede exigir.
Es como si de forma colectiva, todo un país, dijera basta de
hacer lo que toca, basta de hacer lo que nos mandan a hacer los que tienen una vida modélica. Nosotros no queremos tu vida modélica, queremos la nuestra,
aunque eso implique desaprobación, desprecio y condena.
Los griegos han dicho que no quieren que los europeos más acomodados les impongan una serie
de reglas que supuestamente les llevarán al bienestar. Y eso es muy
estimulante.
Es ver que hay gente que piensa por sí misma y que no
antepone el encajar en una elite (la tan mal llamada Unión Europea) a sus
propias ideas de cómo vivir.
Pero esto también ha pasado porque ese 60% que votó que no,
no tiene nada que perder. Y eso les hace la vida muy difícil, pero también les hace libres para hacer lo que
quieran, para arriesgarse a buscar otras formas de sociedad aunque sea desde la
rabia y el desencanto.
Es importante decir que no es sólo porque la gente entienda
por sí misma su realidad, sino también porque hay otros dispuestos a decirle la
verdad y explicársela.
Y entremedio del descalabro nace el mito, el héroe, el
valiente que se lanza al abismo sin haber hecho el curso de diplomacia, pero
montado en su moto, arropado por su inteligencia y exquisita formación, elevado
a ícono por su desfachatez y también por su atractivo físico: Varoufakis y su
par de cojones. Que, además, pasará a la historia por saber retirarse a tiempo.
Con él como emblema y la mayor parte de los griegos despojados de todo se
produce la tormenta perfecta.
¿Quién iba a pensar que dejar a buena parte de un país en la
estacada les iba a dar el poder de mandarte a tomar por saco?
Si no tienes ahorros qué te importa que tu banco quiebre o
haga corralito. Si no tienes trabajo qué te importa que para el 2027 las
pensiones estén en riesgo. Si no tienes un duro qué te importa salir del euro.
Es lo que pasa cuando le quitas todo a alguien.
Se vuelve incontrolable.
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