Se
supone que están en nuestros rasgos genéticos más primarios y tienen como
función la de preservar a tu pareja para así continuar la especie.
Pero
de eso hace ya mucho. Y hay marcas que, por muy genéticas que sean, no son
compatibles con la evolución (mental), por no hablar de que si les seguimos
haciendo caso, corremos el riesgo de no sacarnos nunca al mono que llevamos
dentro.
Las
rupturas a causa del Whatssap son ya un clásico. Tenemos ahora cientos de vías
de comunicación, que también son mecanismos de vigilancia, y cuando se ponen al
servicio de la persecución por celos, más temprano que tarde, te ves atrapado
en una maraña de inseguridades y angustias que no puedes controlar; y, de golpe, te
conviertes en una espía aficionado tremendamente triste y desdibujado.
Los
celos están mal entendidos y son la raíz de muchas conductas venenosas para las
relaciones de pareja.
Se
han perpetuado en el tiempo al amparo de que son normales e inevitables,
inherentes al amor y producto de la pura pasión.