Chica de Artó

Chica de Artó
Artó

miércoles, 13 de enero de 2016

Castrados


Hay un término chileno que una vez tuve que explicar, entre no pocas risas, a un grupo de amigos extranjeros.
¿Qué es ser un “calzonudo”?.
En España se dice “calzonazos” y no es sólo el hombre que se deja gobernar por la pareja como dice la RAE, porque no es sólo cuestión de hacer caso, sino también de temer. De temer a la reacción en caso de desobediencia, de callar, de anularte y de ceder hasta límites insospechados, tal vez no en apariencia, pero sí en lo fundamental.
Como supondrán, yo conozco a varios. Porque todas conocemos a uno.
Tengo un amigo que tienen prohibición expresa de hablar conmigo o mantener cualquier forma de contacto. De hecho su mujer me envió un mail para certificar que así era y que “él” estaba de acuerdo con la medida. ¡Lindo mi amigo!, otra cosa no sé, pero tan buen marido que es.
Tengo otro amigo que me llamó por teléfono con mucha angustia en su voz para pedirme que cuando quisiera hablar con él, mejor le enviara mensajes de texto … porque su mujer le revisaba la lista de llamadas y entonces era un embrollo explicarle con horas y minutos el porqué de nuestras demasiado largas conversaciones. Con ése por lo menos ahorré en teléfono.

sábado, 2 de enero de 2016

Dulce y amargo # 015




Entré a gatas en el 2015. Literalmente toda quebrada, completamente rota, y sin saber muy bien cómo empezar un año que, al final, tuvo de dulce y amargo. Y tanta nostalgia y lágrimas como entendimiento.

Comprendí lo impensable y acabé perdiéndole el miedo a la muerte. Incluso encontrándole sentido.

La muerte de mi madre, ocurrida al final del 014, después de una larga y tortuosa agonía me cambió para siempre.

Vivir el año que ya pasó, fue, sobre todo, un tiempo para recomponerme, para armarme de nuevo, pero ya no igual, y para  volver a sentir que mis pies podían aguantar de nuevo mi propio peso y el de mis vivencias.
Al principio, sumida en un cansancio infinito, amargada y enrabiada con Dios, con la vida, con el destino y lo que fuera. ¡Qué miserable la puta suerte!.
De a poco fui entendiendo tantas cosas de mi propia historia, gracias a las fotos antiguas, a las cartas encontradas, a los papelitos doblados en billeteras escondidas. Los recuerdos se transformaron, y con ellos, toda la vida anterior.