Los secretos para estar sano, ser feliz y... sus efectos secundarios.
Sentada en el borde de la silla por una lumbalgia que me llenaba los ojos de lágrimas, escuchaba a la doctora indicarme cómo tomar una serie de medicamentos mientras los apuntaba en clave sobre la receta de papel. En un tono a medio camino entre el consejo y la reprimenda remarcaba lo que debía y no debía hacer durante los siguientes días. Me dio la impresión de que uno se fastidia la espalda por idiota.
Y mientras ella hablaba hilando una lista de cosas imposibles de hacer para los seres humanos de a pie, iba yo buscando en mi cabeza la versión “realista” de cada uno de sus mandatos.
No levante peso, descanse mucho, baños largos de agua caliente, no se ponga nerviosa, no use el computador, en cuanto pueda vaya a nadar. Y por ahora, intente relajarse dando paseos con zapatillas… por Central Park le faltó decir.
Es como cuando el peluquero te dice que tienes que dejar de maltratar tu pelo, que hay que ponerse mascarilla, cremas, aceites, cepillarlo y remata: déjalo secar al aire. Y yo me pregunto ¿a cuántas mujeres de más de 30 años habrá visto este hombre ducharse y salir a la calle a que el viento les seque el pelo antes de entrar en la oficina?
Tan lejos de la realidad están los consejos, las noticias, las recomendaciones para estar sano y ser feliz…