Más de una vez habrán escuchado que un viaje se vive varias
veces. Cuando se prepara con toda la emoción e ilusión de partir hacia lo
desconocido, cuando se llega; luego al estar ahí en contacto con otras personas
con unas costubres nunca vistas, ante un paisaje insospechado, en experiencias
divertidas o enigmáticas.
Y las fotos, las miles de fotos que cuando regresamos nos
vuelven a llevar a la fugaz emoción recorrida. Lo rememoramos desde que
desarmamos la maleta y puede que durante años.
Esto no sólo pasa con los viajes.
Hay encuentros, etapas de la vida, noviazgos, aventuras con
amigos, sentimientos que se fraguaron y que aunque no hayan perdurado, quedarán
en nosotros.