Foto: Alexis Fuentes Valdivieso |
Resulta que tengo que irme de mi vida por unos días y me
siento terriblemente afligida. Voy y vuelvo, pero lo que me cuesta asumir esta
lejanía, permitírmela, me hace cuestionar todas mis dotes para existir como
mujer con voluntad propia, “moderna”, defensora de su espacio y sus derechos
ganados a punta de entrega.
La dificultad para tomar decisiones, casi siempre, estriba
entre un exceso de ingenuidad, falta de confianza y creer que somos
indispensables y es, en mi opinión, esto último lo que más nos complica. Sobre
todo a nosotras que, aún hoy, vivimos bajo la mirada de una sociedad
extremadamente exigente y que espera que podamos con todo, siempre.
Y encima, vamos y creamos nuestro micromundo donde nos situamos como núcleo, alrededor del cual gira
todo lo que hemos colocado ahí para dar sentido a la vida: hijos, trabajos,
casa, gatos, dinero, plantas, cuadros, libros, discos, zapatos, ropa bonita, el
bienestar general… todo. Cada uno ordena su vida como estima adecuado, pero
siempre nos ubicamos en el centro con la convicción de que sin nuestra labor,
presencia y acción precisa, nada funcionaría.