Ya el primer día, hablando frente a la máquina de Coca-Cola,
con el resto de los huéspedes que se movían por el viejo edificio
de Amsterdam St. me di cuenta de que, no obstante mi corta edad, yo tenía 5
años más que casi todos, y por tanto, 5 años que me llevaban de ventaja en la gran
aventura de descubrir el mundo.
“Todo a su tiempo”
nos decían nuestros padres cuando queríamos maquillarnos o salir a una fiesta
de noche, haciendo todo lo posible por retrasar nuestro salto de niña a
mujer. Y no sé si hacían bien o
mal porque en realidad no es demasiado importante ponerse o no ponerse rimel,
lo que sí es importante es darle buena forma a ese deseo por experimentar y
descubrir que, más o menos, tenemos todos.
En algunos, esta curiosidad nunca pasa de meterse humos
pa’dentro, pero hay otros que el "despertar" lo
quieren hacer cambiando de lugar, moviéndose un poco para ver lo nunca visto, y en el
caso de las chicas la resistencia del medio se hace mucho más pronunciada
porque las mujeres no pueden ir solas por ahí… Pueden, pueden y deben.
Yo estoy totalmente en contra de arriesgar la vida, pero
también estoy totalmente en contra de vivir demasiado apegada a la norma y,
siendo espabilada y cautelosa, se pueden hacer cosas nuevas sin terminar ni el
hospital ni el cementerio.
Es decir, hay un tiempo que pasa implacable donde se
producen momentos de puertas abiertas y puertas cerradas, cuan metro. Y si no
haces lo que quieres cuando toca, luego es sencillamente imposible (no difícil,
imposible).
Foto: Cristian Duque García |
La vida de adulto es rotunda y sin retorno (para los
desheredados sobre todo) y la juventud no debería ser tanto para tontear como
para atinar a dar con las teclas que consigan abrir tu horizonte. Hay que tener
claridad de nuestras capacidades y, a partir de ahí, deberías lanzarte a la
conquista del mundo, mientras puedas.
Esto no es fácil, si lo sabré yo. No es tan evidente qué podemos hacer
ni hasta dónde podemos llegar; sobre todo si lo que estás pensando no va en la
misma dirección que te han indicado y los recursos son los que son.
Tal vez no se trate de subir a un avión, tal vez sea
desplazarse en otro sentido, tal vez sólo se trate de atreverte a romper el
molde… no sé, las posibilidades son tantas como personas haya. La cuestión es:
se puede ir con minifalda a los 50 años, no pasa nada, pero te quedará mucho
mejor si tienes 15.
Y como con las faldas, pasa con muchas cosas. Hay momentos y
sueños y hay que ver cómo combinarlos para no hacer el ridículo.
Puedes comprarte un gato y tratarlo como a un hijo, pero que
sepas que si es peludo y tiene bigotes no es un niño.
Hay cinco años clave en los que o sales a buscar tu destino
o tu destino te pisoteará para dejarte clavada como papa. Tú verás dónde los
ubicas, si entre los 20 y 25 o entre 35 y 40 pero puedes creerme no se puede
entrar en los albergues juveniles si has pasado de los 30, y esta regla no la puse yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario