“Nuestra ropa no es para todo el mundo, ni pretendemos
que lo sea ¿Somos excluyentes? ¡Por supuesto!”
Esto ha dicho el directivo de una importante marca de ropa y se ha armado un
revuelo de cuidado.
Francamente, no entiendo porqué nos gusta escandalizarnos,
de pronto, por prácticas absolutamente cotidianas. No creo que decir algo así
esté bien ¿pero vamos a hacernos los desmayados? ¿como si no pasara nunca?
Sé que voy a decir algo altamente impopular, pero esto se
puede ver cada vez que hay un partido de fútbol. Todo aquel que no sea del
equipo ganador de la semana es un idiota. Insultado con total libertad,
ninguneado y humillado públicamente sin que esto impresione a nadie. Entre
otras muchas cosas, por eso no soporto el fútbol. Un mundillo donde reina el
culto al exitismo fácil, donde no hay gays (¡y a mucha honra!), donde el
racismo y el machismo se amalgaman a la perfección y todos saltan al ritmo de
melódicas groserías en contra del que es de otro color.
Entonces va este señor y dice que su ropa no es para feos,
ni gordas y se incendia Internet y toda las redes sociales existentes. No se
puede comer tanto cinismo. La moda es lo más excluyente que existe y lo seguirá
siendo. Además está bien aderezada con toda esa espantosa mentira que tiene a
miles de mujeres a punto de morir de inanición voluntaria para encajar con el
canon establecido desde las pasarelas, las alfombras rojas, y las revistas que
están cada día mejor hechas, interesantes y bellas. O sea, nada que ver con la
realidad.
La realidad es que, desde todos los ámbitos y a diario, se
defienden causas inmorales con total soltura. Hay un joven físico, el mejor de
Europa por cierto, desbecado, pelado de frío en Holanda, porque aquí les parece
que le falta “liderazgo” (antojadizo concepto de moda). Y el revuelo es porque
es joven que si no, tampoco importa.
¿Alguien está recién enterándose de que lo más valorado es
ser guapo, joven, delgado, blanco, y rico? Lo dijo un futbolista (CR7), así que
no puede ser tan difícil de ver.
Tampoco creo que esté bien promover que si eres gordo, pobre
y feo podrás ser inmensamente feliz porque dudo que sea muy factible. La
moraleja de la película de Hollywood es que, en el fondo, la apariencia no
importa ¡y esto lo dice Gwyneth Paltrow! El problema es que vivimos en la
superficie, no en el fondo, y pretender que con la bondad o la simpatía basta
es, también, jugar a mentir.
No pertenezco a ningún club. No tengo carnet de socio y me
da miedo tenerlo. La tentación de formar parte de un exclusivo grupo está ahí.
Hacer listas de invitados parece ser muy divertido y gratificante.
Enorgullecerse de fastidiar al que se queda fuera, al que no es como
“nosotros”, reconforta. Se une la gente para marginar al que considera no sólo
diferente, sino peor. Y no sólo en el mencionado deporte o la moda (y no haré
referencias territoriales porque las aborrezco). El vegetariano cree que el que
come hamburguesas es un salvaje. El de pueblo odia al de ciudad, y el urbanita menosprecia
la vida de granja. El devoto cree al agnóstico condenado al infierno.
Siempre encontramos la manera de sentirnos superior a otro
pobre desgraciado que no goza de nuestro estatus.
Así y todo, puede que haya escapatoria, que no salida, sino
huida por distanciamiento.
Si conseguimos mirar, desde más lejos (no elevarse, ojo), si
pudiéramos echar una buena carrera y una vez allí volvernos y mirar hacia dónde
estábamos, tal vez, lograríamos ver que nuestra preciosa etiqueta dorada no se
distingue más que como un pequeño destello; y si movemos un poquito rápido la
cabeza hacia lado y lado los colores se mezclan; y las mezclas son lo mejor del
mundo.
Por suerte son unos pequeños grupos de egocentricos y mediocres, pero, de la manera en la que escribes haces que parezcan adorables.
ResponderEliminarV.C.J
Haz mostrado el lado B de la moda y derribado la falsa creencia del concepto de exitismo tan bullado por estos dias en los que es ser joven y bello y para que agregar adinerado lo es todo.
ResponderEliminarMe gusto muchisimo
besos
Lomy