Alguna vez llegué a Barcelona y había rosas, casi todas las
personas llevaban o traían rosas en la mano, otros las vendían a gritos, otros
las inventaban de caramelos o chocolate y todos, muy rápido, iban a hacia algo
muy importante con rosas que eran señaladas o ligadas con banderitas bicolores
en rojo y amarillo.
Alguien me comentó que era como el día del amor a la
catalana. Había un gran espíritu de fiesta en las calles. Para mí resultó ser
mucho mejor que Navidad o Fin de Año porque la gente no va borracha gritando
eufórica, sino caminando apacible y alegre, sin desesperar, entre una multitud
que mira tranquila y atenta libros que hacen pilas y forman filas en tiendas
y mesas improvisadas que ocupan casi todas las calles.
Yo no llegué a vivir nunca Sant Jordi con el intercambio
original ese donde las mujeres reciben la flor y los hombres el libro. Yo libro
Y rosa siempre. Eso sí que es una fiesta de amor, recibir, y no intercambiar
para recibir la peor parte.
Me gusta tanto Sant Jordi porque hay una celebración
verdadera, de gesto concreto. No es como esas fiestas de “buenas intenciones”, no se trata de
esos días conceptuales como el día de la madre o la amistad, ag , ag, ag.
Bueno, está un poco el asunto fiesta nacional, pero de eso no voy a hablar.
Sant Jordi es importante para mí porque me hace pensar y, de
alguna manera, reencontrarme con mi propia alegría. No con esa alegría de risa
de un momento alcohólico, sino como condición, como forma de ser, con ese
momento de la vida en que eres divertido y que luego se hunde en la adultez…
Nunca fui muy festiva, payasa o lo que se dice "una chica
graciosa”, pero había en mí la característica espontaneidad que sale en forma
de chispa en momentos precisos, en
momentos claves, en esos momentos en que la gente se puede enamorar de ti.
Fui a ver una película triste. Desde el minuto uno ya sabía
que sería triste. Siguió triste y terminó más triste aún. No porque muriera
nadie, sino porque era tan como la realidad que podías verte un poco. Y me
pareció triste ver un poquito de mí en esa mujer que ya no suelta carcajadas
demasiado fuertes o que nunca hace cosas fuera de lugar.
Comprobar que la alegría, que ha sido causa de momentos
extraordinarios, de saltos desde un puente imaginario, de carreras de ranas
nocturnas y canciones sentidas y cantadas al amanecer, se ha vuelto débil y
esquiva cuando tengo que ejercer de individuo, de mujer.
El rictus en el gesto, con el tiempo y las cosas del hombre
en la Tierra, se traslada también a esa parte nuestra que responde rápido y
fértil ante una mirada, ante una provocación simpática; y no tiene nada que ver
con ser o no ser feliz, tiene que ver con la capacidad de sentir y la intención
de dar destellos de alegría para otros. Hablo de una gracia, y cierta picardía,
que pinta los labios, da forma a los ojos, enciende las mejillas y nos vuelve
atractivos, sexys.
Lo evoco ahora como un
estado de ánimo casi constante, que parece haber germinado cuando
estábamos libre de toda nostalgia porque sentíamos, o creíamos, que lo teníamos
todo y no añorábamos nada.
Con el paso del tiempo se pierde la belleza del cuerpo y se
pierde la voluntad de alegrarse, no debería ser. A la bonita juventud no hay
quien la atrape, pero la voluntad de mantenerse joven en el proceder está ahí
para abrazarla, o más bien para agarrarse a ella con dientes y muelas.
Menos mal que está Sant Jordi para rescatarme y
devolverme al verde valle del jolgorio. Prometo, además del libro,
coger un buen ramo de rosas para deshojarlas durante el resto del año y no
olvidar que, como en el cuento, si no ríes a carcajada limpia, no vuelas, te
hundes.
Cuando te leo siento que las palabras te salen a borbotones como algo que tenias atrapado y encontraste la forma de liberarlo, me gusta mucho lo que cuentas. Me veo reflejada en ese cambio de joven a mujer, siempre queriendo atrapar el tiempo. Por favor sigue escribiendo. Besos
ResponderEliminarClaudia, muchas gracias por comentar y leer, y ser generosa en tu opinión.
EliminarEscribo y seguiré escribiendo porque si no lo hago puede que estalle o me quede mirando un punto fijo. Y, francamente, ni lo uno ni lo otro es un buen plan.
Te agradezco el seguimiento y te animo a seguir escribiéndome lo que piensas. Encantada de saber que estás ahí y que quieres decirme algo.
Un abrazo!
Desde el titulo me gusto, lo demas resulta una buena reflección sociologica de una de las tantas cosas que olvidas y pierdes con la adultes...
ResponderEliminarAhora a cuidar el sonreir de buena gana y a mi gusto lo principal, que es el no perder nuestra capacidad de asombro...
Lomy
Querida Lomy; has hecho una muy buena lectura.
EliminarLo del asombro da para un libro entero y mucho más.
¿Has visto que la gente dice: este viene de vuelta? Pues, con el tiempo , un poco es así, pero la cosa es moverse, ir y volver para volver a ir ¿me explico? Jaja
No quedarse en: esto ya lo sé, ya lo vi, ya sé lo que viene... porque misteriosos son los caminos del Señor, y créeme, lo son.
Gracias por hacerme recordar el pasado y analizar el presente... Hay que sonreir más
ResponderEliminarP.d podrian ser un poco más largos?
Toya
Querida y fiel lectora;
ResponderEliminarEstoy segura que usted ríe fuerte y claro. Algo me dice que suele volar alto, muy alto, cuando se trata de carcajadas.
Le agradezco sus amables palabras.
No creo que escriba más largo aquí, pero como ya he dicho, nadie sabe qué vendrá luego.
Cuando escriba algo largo, muy largo usted será la primera en enterarse.