Chica de Artó

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Artó

viernes, 8 de agosto de 2014

Causas nobles



Me pasa que en momentos como este, en que la realidad mundial pareciera estar tan ferozmente golpeada por la tragedia, busco en los medios, en la prensa sobre todo, la manera, las claves, los argumentos que me permitan entender un poco lo que ocurre.

Me voy directo a los artículos más reputados, firmados por periodistas, escritores o pensadores de renombre y luego me paseo por sitios alternativos, publicaciones independientes, algún blog… y leo. Leo un montón. Análisis profundos y notas ligeras. 

Y lo que me queda al final es una idea hiriente de la atrocidad que significa una guerra. Y la convicción de que no podría (yo, que no vendo armas ni tengo intereses económicos comprometidos), ponerme ahora a tomar partido por un bando o por otro. No es que me quiera situar por encima del bien y del mal. Simplemente es que me parece que la guerra entera, toda ella, con sus causas originales, todo lo que implica y sus efectos devastadores, es de una tristeza infinita. Desoladora vista como un todo, como un fenómeno del que nadie debiera formar parte, ninguna parte.

Entonces asisto un poco perpleja a las manifestaciones públicas de repudio en un sentido o en otro que se hacen en esta parte del mundo, tan lejos de donde caen las bombas. Y no puedo evitar pensar que si bien hay gente que actúa de buena fe, hay otros que siguen el asunto como a una tendencia y su postura obedece a una estrategia más o menos calculada para figurar como comprometido con algo. Porque no me digas que no es curioso que ningún actor o actriz importante quieran hablar de corrupción, drogas o desempleo. No deben ser asuntos tan cool…

Ahí están Penélope Cruz y el guapo de su marido que no calcularon bien, y han tenido que ir “matizando” sus palabras para intentar quedar bien con “todos” luego de mostrarse consternados por lo de Gaza. Con lo fácil que era no meterte en revueltos llamándote tú Cruz, trabajando en Hollywood y no teniendo más que antepasados españoles.

Porque, o ven las noticias muy esporádicamente, o no se entiende que les “afecte” tanto una guerra (de entre varias otras) y les importe un bledo el descomunal desastre que está quedando en África. ¿Será porque la causa africana fue tendencia en los 80’s con “We are de world, we are the children” y ahora ya no resulta tan primordial tal vez?. No quiero pensar mal, pero pienso.

En las noticias de aquí sale el ébola por ejemplo, de hecho sale mucho, pero visto como una posibilidad de contagio, como una amenaza para la siempre limpia y libre Europa.
No voy a decir nada del médico norteamericano que han sacado de Liberia, pero sí voy a mencionar a la monja y el cura españoles que han rescatado en un costoso procedimiento militar y médico para intentar salvarlos dejando abajo, atrás y olvidados, a todo el resto de los enfermos que no tenían pasaporte europeo.

¿A ningún famoso le parece que esto es asqueroso? Y no me refiero al vómito, las heces o la sangre en la que se ahogan los enfermos de ébola, sino a lo repugnante que es coger con pinzas a unos seres humanos por encima de otros que quedan ahí, tirados en el suelo muriendo lentamente, condenados a sufrir hasta expirar, mientras los elegidos se elevan en carísimos y ultra modernos aviones hacia el cielo.

Mira que hay motivos para firmar manifiestos y dar entrevistas indignadas.
El problema de los virus menos novedosos, el hambre o el analfabetismo es que llevan tanto tiempo ahí que les pasa como a esos niños que se hacen mayores en los orfanatos: ya nadie quiere apadrinarlos ¡y eso sí que es una putada!.

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