Chica de Artó

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Artó

miércoles, 24 de mayo de 2017

Perdón


Llevo días dándole vueltas al asunto de perdonar. En cómo funciona, cuándo aplica, quién lo reparte, quienes lo pedimos y por qué.
Y, a día de hoy, me parece un asunto lleno de rarezas.
A ver; vamos y le infligimos a otra persona un daño que, siendo clásicos, suelen ser putadas como casas. Traiciones, elaboradas mentiras, infidelidades (que lleva de todo un poco), horribles faltas de respeto, lluvia de decepción por fallar cuando más se te necesita, etc.
Entonces, hacemos el desastre, nos pillan (porque nunca es por auto-reconocimiento) y en vez de quedarnos calladitos, aceptar estoicamente el revestimiento de insultos y decir “lo siento” entre lágrimas. Nos atrevemos a pedir perdón.
A pedirle al lastimado, a ese y no a otro, que vaya y, encima, nos alivie con su perdón. Ese mismo al que hemos jodido tiene que absolvernos para que podamos seguir viviendo mejor y más tranquilos.
Dime rara, pero yo lo veo como que es mucho el morro.
Joder, si alguien te acaba de hacer sangrar por donde más te duele, de qué vas ir tú a limpiarle la culpa.
¡Que se la limpie solo, coño!
Que lo escriba en un papel y lo tire al mar a ver dónde acaba eso.
Que lo perdone el señor del quiosco, el del quinto o el del cielo, pero a propósito de qué te voy a perdonar yo que me acabo desayunar con tu mierda.
Por poner un ejemplo que es ya una tradición (cosas que le han pasado a otras personas, jamás a mí), tu pareja lleva un tiempo (x) acostándose con otra y como explicación te dice: “No significó nada, era sólo sexo, perdóname, fue sin querer”…
Déjame pensar… ¿Cuál sería una respuesta adecuada?
“Ahhh, claro amor mío, dicho así, tiene mucha lógica, fue sólo sexo, ven pa’quí que te cubro con un manto del más puro amor para hacerte olvidar esos terribles encuentros de sexo salvaje”.
Mmmm… como que no lo veo.
Se me antoja más un: “¡Que te den por el santo ano!”.
Yo no veo claro que si alguien decide irse con los amigos cuando más le necesitas, te miente, rompe principios fundamentales, hace estallar una confianza que creías de hierro o te abandona, pueda ir tan ancho a ponerse bajo el paraguas de la buena voluntad.  
No estoy diciendo que no haya que perdonar. Las madres perdonan hasta el fin de sus días, pero las madres. Las madres y todo aquel que quiera y pueda pasar por alto las canalladas sufridas, que lo haga. Estupendo.
Cuando perdonamos por lo general es porque sabemos cosas que el otro no sabe, por conveniencia, por miedo y por otros argumentos bien poco nobles. Pero eso ya es otra historia…
Yo sólo digo que cuando hacemos algo que está mal, a todas luces vistas, mal. Mal aquí y en la China popular –y lo digo habiendo estado en los dos lados de la moneda, como cualquiera que tenga más de 8 años–,  no deberíamos esperar la inmediata redención por parte de la persona a la que hemos fastidiado.
Creo más bien que toca lamentarlo mucho (aunque sea por educación), comerse las consecuencias, indemnizar con dinero (y no con flores o mierdas varias), trabajos forzados o servicios sociales, pero me parece que esperar otra cosa distinta a un insulto, es mucho pedir. 

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