Chica de Artó

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Artó

martes, 19 de marzo de 2013

Unos tanto y otros tan poco.


La elección del nuevo Papa, no sé bien por qué, es un tema que me interesa. Supongo que es un poco culebrón tipo Dallas con esas luchas de poder que tanto atraen al ciudadano medio que tan lejos del poder estará siempre.
He seguido la noticia en los grandes canales suspirando incrédula, una vez más, por la cantidad de “imprecisiones” que se dicen y se dan por verdad de la buena.  Es desconcertante, abruma tanta historia y opinión de “experto” sin la menor relación con la realidad, o apenas.
Todos mirando que si el Papa va a cambiar la Iglesia y la va a transformar, poco menos que en una comunidad ecológica de amor libre.
La iglesia católica es lo que es, con dictaduras, holocausto, sida, mujeres, niños, guerras y un largo etcétera a sus espaldas y ahí mejor no entrar. Lo que ha pasado ahora es que la inmediatez de las redes y la tecnología le ha jugado un pelín en contra para mantener el tupido velo sobre asuntos que, en otro tiempo, no hubieran logrado salir de magnas habitaciones. Las sábanas se hubiesen lavado con agua bendita y todo tan inamovible como siempre.
Lo que me pregunto es por qué se le quiere exigir a la iglesia , al Papa Francisco en particular, un plan renove y una serie de medidas para acabar con  la corrupción y los espantosos escándalos sexuales acontecidos en pleno cuore Vaticano cuando aquí, en casa, estamos todos callados como putas.
Y, encima, que si el Papa es argentino por sobre todas las cosas. Me inquieta hasta la náusea la relevancia que tiene, por ejemplo, la nacionalidad de las personas.
Me molesta, me irrita y escuece que se ponga por delante todo lo nimio, lo fortuito, lo accidental, periférico e intrascendente en cosas que, además, no son ni asunto nuestro. Qué facilidad para desviarse del centro. Qué insistencia tan pesada con eso de darle bombo a lo que en realidad no importa nada.
En una institución como la iglesia católica (¡una iglesia! ¡religión!) ¿qué hace que el Papa sea bizco o argentino? Que sea jesuita y de ahí hacia arriba se podrá analizar en busca de luz - el que la quiera buscar-, para intentar ver por dónde irá en  su pontificado, pero ¿para qué más cuenta dónde naciste si eres el representante de Dios en la Tierra (de Pedro en realidad)? Y en eso estoy yo pensando... Cuando veo a Cristinita decir que le pidió a Francisco que interceda para lo de las Malvinas. Y lo bueno será que  Bergoglio algo hará, dirá, o Dios sabe qué y entonces sí es importante que este sea argentino, y el otro inglés, y los pobres chipriotas, y a ver si el próximo Papa va a ser negro… porque si Obama... Pues, cualquier cosa.
Y ahora ya llegan los príncipes, presidentes, delegaciones internacionales, autoridades, "“gente de primer nivel” para asistir a la misa" titulan los cientos de medios que cubren tan sacro evento. Y vuelve la náusea.
¡Madre mía qué antiguo todo! Vale, la religión es antigua y por ahí hay poco que rascar pero, llámame loca, veo demasiado viejo, obsoleto, oxidado y falso,  el método para distinguirnos los unos de los otros.  

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